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Título: Aparece la armadura.
Fandom: The Dresden Files/Merlín (BBC)
Contenidos: Espíritus de dragones enojados. Magos sabelotodos.
Personajes/parejas: Harry, Thomas, Mouse; Arthur, Merlín.
Resumen: La única explicación que Harry tenía por lo mal que todo había ido era que era su vida: eso incluía dragones fantasmales, magos sabelotodo y jocks que en realidad eran caballeros.
Rating: G.
Notas: Escrito para [livejournal.com profile] mundo_caotico: "Westley cerró los ojos. Se avecinaban los dolores y tenía que estar preparado. Tenía que adaptar su cerebro, dominar su espíritu para sustraerse a sus esfuerzos, pues de otro modo lo quebrarían."

Igual, regalo atrasado para [livejournal.com profile] sha_chan. ¡Feliz cumpleaños!

Aparece la armadura.
"Westley cerró los ojos. Se avecinaban los dolores y tenía que estar preparado. Tenía que adaptar su cerebro, dominar su espíritu para sustraerse a sus esfuerzos, pues de otro modo lo quebrarían."

La única explicación que Harry tenía por lo mal que todo había ido era que era su vida, lo triste siendo que era una explicación razonable que todos aquellos que lo conocían habrían aceptado sin preguntas.

Tenía que haber sido un simple caso de un poltergeist que él iba a liberar y exorcizar. Poltergeist había sido, pero lo que nadie había mencionado era que el fantasma chocarrero era el muy enojao espíritu de un dragón con ganas de un Mctrío en venganza.

A su lado, respirando pesado y aún así viéndose como un modelo, Thomas lo vio feo.

- “Sólo un fantasma” - se burló su hermano, arrancando una barra de acero que el dragón había hecho el favor de doblar anteriormente con una llamarada ectoplásimca que quizá no generaba calr, pero seguía quemando la energía vital de una manera que no se veía nada placentera-. “Nos tardamos media hora a lo mucho.”

- Échamelo en la cara, ¿no?

- Hermanito, ¿que crees que estoy haciendo?

Mouse, ocupado tratando de distraer al colosal fantasma, también le echó una mirada recriminatoria antes de tener que rodar para alejarse de una de las garras del dragón. Harry reunfuñó sobre sabelotodos, moviéndose para esquivar la cola del fantasmal reptil, ni de cerca lo grácil que habían sido a comparación los saltos de Thomas y Mouse.

Claro, se recordó Harry, ninguno de los dos quejicas que se habían quedado con su trabajo de quejarse de las circunstancias estaban cargando con dos espadas. Harry había tomado la costumbre de que cuándo fuera que iba a hacer algo relacionado con el trabajo cargar con Amoracchius y Fidelacchius por si acaso el Gran Jefe decidía finalmente pasar las espadas a los nuevos usuarios y no dejárselas a él como si fuera un gran servicio de objetos perdiso mitológicos.

Y, para seguir contando con su terrible, nada bueno, bastante mal día: tropezó cuándo trató de evitar otra llamarada, con la mala fortuna de que, al no tener de hecho masa muscular y un cuerpo, el espiritu dragonario era bastante rápido y giró en oda su no-corpórea gloria hacia él, preparando una llamarada de la que Harry ya había tenido una mala (terrible, horrible, casi-amputación mala) experiencia. Eso le dio la también muy rápida, muy terrible claridad mental que da el estar a punto de morir y saber que no había forma de que su escudo, po rmás que lo hubiera reforzado, fuera a resistir esa cantidad de fuego.

Escuchó el grito de Thomas, y Harry hubiera querido poderse disculpar con él, sabiendo que iba a terminar muriendo frente a sus ojos, mientras que Harry cerraba los suyos y ponía su escudo, más por costumbre que por nada.

Sin embargo, nada pasó. O, para su asombro, pasó, pero no como lo esperaba. Una voz joven gritó un hechizo en un lenguaje que a Harry se le hacía vagamente familiar, y antes de que Harry terminara de pensar 'qué demonios', un escudo lo había rodeado por completo, protegiéndolo del fuego fantasma. Y atrás de él había dos hombres jóvenes, aún claramente universitarios: el rubio gritaba jock desde el corte de cabello hasta el hoodie color vino que decía 'Harvard' mientras que el otro, flaco y desgarbado gritaba 'Trekkie'. Y era justamente el Trekkie quién había lanzado el hechizo.

- ¿Qué demonios--? - empezó el rubio, sonando más inglés que la reina de Inglaterra y todo lo sorprendido que estaba Harry también.

- ¡Luego vemos eso! - ordenó (no había otro nombre para eso) el otro muchacho-. ¡Ve y toma la espada, Arthur!

Harry, todavía demasiado sorprendido por el hecho de que otra vez se había librado de una dolorosa y traumática muerte, se tardó en reaccionar a qué espada estaban hablando hasta que el rubio - que si no era jugador de futbol, Harry se comía sus botas - se lanzó corriendo a donde él estaba todavía en el suelo, tomando a Amoracchius. Fue entonces que reaccionó: sabía (también por una de sus múltiples y malas experiencias) que si no era la persona elegida para la espada, la misma no sólo no serviría sino que tendría una reacción negativa.

Pero no hubo una reacción negativa: Amoracchius, la espada legendaria de los caballeros de la Cruz brilló blanca y pura en mano del joven, y el tal Arthur a duras penas tuvo tiempo para sorprenderse un momento antes de que la atención del - ¿nuevo? - caballero fuera reemplazada por el dragón.

- ¡¿Qué demonios está pasando?! - preguntó Thomas, ayudándolo a ponerse de pie, un ojo en él y el otro al chico que, por lógica, nunca debía haber sostenido una espada medieval en sus manos y sin embargo no parecía tener muchos problemas para usarla mientras peleaba contra el dragón.

- ¿La verdad? No tengo idea.

- Sólo ayudando un poco - dijo el otro mago, una sonrisa en el rostro que decía tanto 'confía en mi' como 'sé tanto que tú no sabes que deberías sucribirte a comprar al enciclopedia para que sea más sencillo', su voz tan inglesa como la del otro muchacho-. Hablando de eso, ¿creen poder ayudar a Arthur?

Harry hubiera querido poderle decir como no, no podían ayudar al otro muchacho y que quería respuestas ahora... pero ni él se hubiera creído eso, no cuándo el otro muchacho, a pesar de lo bien que estaba peleando, obviamente no tenía la mínima idea sobre lo que estaba sucediendo.

- Voy a cubrirlo. Harry, piensa como podemos detenerlo antes de que nos detenga a nosotros - dijo Thomas, volviendo a tomar la barra de acero, Mouse corriendo a su lado para apoyar al otro muchacho.

Lo cuál era bastante más fácil de decir que hacer. Harry frunció el ceño, tratando de considerar: la rabia del dragón era lo que lo mantenía ligado ahí, pero no era como si pudieran traer a un médium especialista en lagartos como para que pudiera tratar su obvia y clara angustia milenial. Amoracchius estaba, de hecho, lastimando al dragón - lo cuál tenía sentido considerando que se suponía que era Excalibur, por supuesto, pero eso no quería...

- ¡Cuándo diga ahora, lanza la espada al corazón! - gritó Harry, canalizando todo el momentum que tenía en su barra de explosiones, canalizando rayos. Arthur le dirigió una mirada como diciendo 'estás loco' que se gritaba a leguas, pero se alejó lo suficiente, cambiando de sostener la espada con ambas manos para una especie de lanzamiento de jabalina.

- ¡AHORA! - gritó Harry, contando los segundos exactos para que su hechizo golpeara en la Amoracchius. La espada volvió a brillar, blanca e incandescente, clavándose exactamente en el lugar en que habría estado el corazón de la bestia si hubiera estado viva. No que eso importara: el dragón dio un rugido atroz, la energía entre el hechizo de Harry y Amoracchius esparciéndose hasta que desapareció, la espada cayendo al suelo, clavándose en una piedra.

Si Harry no hubiera estado tan cansado, habría apreciado más la ironía. Así como era, se dejó caer en el suelo, jadeando, observando como Thomas hacía básicamente lo mismo, moviendo una mano al lomo de Mouse. Arthur pasó a sacar la espada, observándola con un gesto curioso, antes de acercarse a donde estaba Thomas, ofreciéndole una mano para ayudarlo a ponerse de pie. Thomas aceptó la mano, sonriéndole al joven.

- ¿La Bella Durmiente?

El muchacho se alzó de hombros, una sonrisa entretenida en el rostro-. Hay que aprender de los clásicos, dicen por ahí. Y hablando de clásicos... Marv, quieres explicarme Qué Demonios Fue Eso.

Harry casi había olvidado que el otro mago - capaz de detener fuego ectoplásmico como si nada - estaba ahí presente. Se puso nuevamente de pie, tan agradecido por su barra y teniendo esta horrible certeza de que no iba a servir de nada.

- ¿Un dragón, creo? Honestamente, Arthur, los dos vimos lo mismo.

- ¡Déjate de patrañas, casi chocamos por la prisa que tenías de llegar aquí!

- ¡No era aquí! ¡Era a los helados! Son los únicos en esta área que tienen helado con leche deslactosada: ten más consideración con mi pobre estómago, Arthur.

- Espera, espera, espera. ¿Arthur? ¿En serio? - obviamente, Thomas tampoco podía resistir la ironía de que un Arthur inglés fuera el nuevo portador d Amoracchius. Harry también estaba tratando de no reírse por eso.

El rubio vio a Thomas antes de asentir, un gesto ligeramente desconfiado. Obviamente había tardado unos momentos en salir del shock - no que Harry lo culpara - y había vuelto a la muy sana mentalidad de 'en qué manicomio me metí'.

- Arthur Drake, sí.

- ¿Y tú vienes siendo Merlín? - preguntó Harry, total y completamente de manera socarrona. Un mago que estaba ayudando a un muchacho llamado Arthur a tomar Excalibur y derrotar un dragón. No se hubiera perdonado si no hubiera soltado un chiste.

El chico sonrió, sus ojos azules infinitamente divertidos. Harry no estaba seguro, pero de repente su muy golpeado instinto de supervivencia le decía que tenía que correr y no parar hasta llegar a Timbuctú.

- Casi, pero no. Pero pueden decirme Marvin.
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